Al detenerse repentinamente después de hacer ejercicio puede provocar la llamada “muerte súbita”, que se produce por un problema cardiaco donde el 85% de los casos es producida por una enfermedad coronaria.
Las coronarias son las arterias que rodean al corazón y que aportan la sangre cargada del oxígeno que necesita para trabajar. En algunas ocasiones sus paredes aumentan de grosor y se cargan con grasas formando las temidas “placas de ateroma”. Cuando las arterias coronarias llegan a obstruirse parcialmente, aparece la enfermedad coronaria.
Cuando el corazón está alterado la respiración se acelera y el corazón bombea más deprisa para hacer llegar más oxígeno a los tejidos, por lo que si los vasos están parcialmente bloqueados la sangre se acumula en un “cuello de botella” e incluso algunas placas de ateroma se desprenden, se producen desgarros en las paredes y empiezan a aparecer coágulos que pueden obstruir por completo la arteria.
Si aparece este problema, una parte del músculo cardiaco deja de recibir sangre y se muere. La corriente eléctrica que se encarga de contraer y relajar el corazón sigue transmitiendo impulsos y las ondas se propagan sin control por el corazón, éste deja de actuar como una bomba que encía sangre a los tejidos.
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